Fragmento

- Me parece que no hay nadie en casa, Os.

- Espero que te equivoques, Tex. Se supone que la mayor parte de Venus está habitada, pero este puede ser un sitio tabú.

Una cabeza triangular, ancha como la de un perro collie, surgió del agua a unos tres metros de ellos. Tex saltó. El venusiano le miró con ojos curiosos y brillantes. Oscar se puso en pie.

- Bien venidos, vosotros cuya madre era amiga de mi madre.

La venusiana se dirigió a Oscar:

- Que vuestra madre descanse feliz - dijo, y lue­go se sumergió y desapareció, casi sin hacer ondas.

- Es un consuelo - dijo Oscar -. Naturalmente, dicen que este planeta no tiene más que un idioma único, pero es la primera vez que lo compruebo.

-¿Por qué ha desaparecido ese tipo?

- Probablemente para ir a dar parte. Y no digas «ese tipo», Matt, di «esa venusiana».

- Es una diferenciación, que sólo podría intere­sar a otro venusiano.

- Bien, es una mala costumbre, de todas mane­ras - Oscar se agachó y esperó.

Después de un tiempo que parecía más largo a causa de los insectos, el calor y el bochorno, el agua se abrió en una docena de Sitios al mismo tiempo. Uno de los anfibios subió con gracia a la orilla y se puso de pie en ella. Llegaba aproximadamente al hombro de Matt. Oscar repitió los saludos de rigor. Ella le miró:

- Mi madre me dice que no os conoce.

- Sin duda, ocupada con pensamientos importan­tes, lo ha olvidado.

- Tal vez. Vamos a ver a mi madre para que os huela.

- Sois muy amable. ¿Podéis transportar a mi com­pañero? - Oscar señaló a Thurlow -. Estando enfer­ma, «ella» no puede cerrar su boca en las aguas.

La venusiana asintió. Llamó a una de sus acompa­ñantes, y Oscar se unió a la deliberación, explicando como se debía cubrir la boca de Thurlow y taparle la nariz.

- Para que las aguas no «la» devuelvan a la ma­dre de su madre.

La segunda nativa discutió, pero asintió.

Tex abrió unos ojos como faros.

- Mira, Matt - dijo, con prisa, en Básico. Se­guro que no están pensando en llevarnos bajo el agua ¿verdad?

- Salvo que quieras quedarte aquí, hasta que los insectos te coman entero, tienen que ir. Tómatelo con calma, déjalas llevarte, e intenta mantener los pulmones llenos. Cuando se hundan, puede ser que tengas que estar sumergido durante unos minutos - le contestó Oscar.

- Tampoco me gusta a mí - dijo Matt.

- Ostras, visité por primera vez una casa venu­siana cuando tenía nueve años. Saben que no po­demos nadar como ellas. Al menos, las que están cerca de las colonias lo saben - admitió, dudosa­mente, Oscar.

- Tal vez sería mejor que se lo dijeras bien claro.

- Lo intentaré.

La jefe le cortó con convicción. Dio una orden aguda y seis componentes de su grupo se colocaron al lado de los cadetes, dos para cada uno. Otras tres cogieron a Thurlow, lo alzaron y lo introdujeron en el agua. Una de ellas era la que había recibido las órdenes.

3 comentarios:

El Mostro dijo...

Una soap-space, debe ser de la década del '50.

Anónimo dijo...

Cómo haces para escribir tanto sin perder la coherencia ?

Felicitaciones , se lo que significa , más cuando se trata de escribir historias de ciencia ficción . La imaginación y la realidad que te rodean son mágicas .

Paz/

El Mostro dijo...

Paz los Fragmentos no son míos, eh!
Besos.