Fragmentos

Eran hombres. Trepaban con las manos y las rodillas. Algunos solo usaban las manos, arrastrando las piernas; otros, solo las rodillas, y los brazos colgaban, inútiles, de cada lado. Trataban de ponerse en pie, pero se abatían en el curso de su esfuerzo, el rostro contra la tierra. Nada hacían normalmente, nada hacían de igual manera, salvo esa progresión pie por pie en el mismo sentido.
Una por uno, dos por dos, en pequeños grupos, continuaban avanzando en la penumbra; a veces, algunos hacían un alto, otros se les adelantaban, arrastrándose con lentitud, y aquéllos, entonces, reanudaban el movimiento.
Llegaban por docenas y por centenares; se extendían a derecha e izquierda hasta donde podía escrutarse en la oscuridad creciente, y el bosque negro detrás de ellos parecía interminable.
El suelo mismo parecía desplazarse hacia el arroyo.
De tiempo en tiempo, uno de aquellos que habían hecho un alto no reanudaba su camino y yacía inmóvil: estaba muerto.
Algunos se detenían y gesticulaban de manera extraña: levantaban los brazos y los dejaban caer de nuevo, se tomaban la cabeza con ambas manos, extendían sus palmas hacia el cielo como hacen ciertos hombres durante las plegarias que dicen en común.

CHICKAMAUGA, Ambrose Bierce

Fragmento

Me veo obligado a hablar porque los hombres de ciencia se han negado a seguir mi consejo sin saber por qué. Va completamente en contra de mi voluntad exponer las razones que me llevan a oponerme a la proyectada invasión de la Antártica, con su vasta búsqueda de fósiles y la perforación y fusión de antiquísimas capas glaciales. Y me siento tanto menos inclinado a hacerlo porque puede que mis advertencias sean en vano.

Es inevitable que se dude de los verdaderos hechos tal como he de revelarlos; no obstante, si suprimiera lo que se tendrá por extravagante e increíble, no quedaría nada. Las fotografías retenidas hasta ahora en mi poder, tanto las normales como las aéreas, contarán en mi favor por ser espantosamente vívidas y gráficas. Pero aun así se dudará de ellas porque la habilidad del falsificador puede conseguir maravillas. Naturalmente, se burlarán de los dibujos a tinta calificándolos de evidentes imposturas, a pesar de que la rareza de su técnica debiera causar a los entendidos sorpresa y perplejidad.

A fin de cuentas, he de confiar en el juicio y la autoridad de los escasos científicos destacados que tienen, por una parte, suficiente independencia de criterio como para juzgar mis datos según su propio valor horriblemente convincente o a la luz de ciertos ciclos míticos primordiales en extremo desconcertantes, y, por la otra, la influencia necesaria para disuadir al mundo explorador en general de llevar a cabo cualquier proyecto imprudente y demasiado ambicioso en la región de esas montañas de la locura. Es un triste hecho que hombres relativamente anónimos como yo y mis colegas, relacionados solamente con una pequeña universidad, tenemos escasas probabilidades de influir en cuestiones enormemente extrañas o de naturaleza muy controvertida.

EN LAS MONTAÑAS DE LA LOCURA, H. P. LOVECRAFT

Museo Marciano

Marte no entiende nada - Martian Museum of Terrestrial Art - Barbican Art Gallery. Silk Street. Londres.

El Martian Museum of Terrestrial Art (Museo Marciano de Arte Terrícola) ha abierto sus puertas en un Barbican Center decorado a lo marciano, con unas tiras metálicas de color cobrizo cubriendo suelos y paredes, un tipo de decoración que podría responder a alguna modalidad de feng shui alienígena o a un intento de conectar visualmente las diversas obras y temas: un traje espacial de fieltro en una esquina, una salchicha en una vitrina, un cuadro con la figura de George Bush tocado con sombrero tejano pintado a la manera de Pollock. En fin: ese tipo de exposición.

Como sabemos, los marcianos son de un intenso color verde a juego con las tapas del catálogo de la muestra, que a su vez finge ser el Volumen VIII de la Enciclopedia de la Vida Terrestre. Por suerte, no se ha obligado a los vigilantes de la galería a vestirse de marcianos, aunque sí hay un tour explicativo impartido por un guía que finge ser originario del planeta rojo. La ocurrencia podría terminar ahí, pero no; los marcianos se embarcan en un intento de comprensión del arte humano poniendo a sus antropólogos y comentaristas culturales a trabajar en una sesuda revisión del tema.

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Fragmentos

Siguiendo su marcha por los aires llegaron a la puerta del sagrado templo de Jerusalén.
Mahoma bajó de Al Buraq, lo ató a los aros donde los profetas lo habían atado en tiempo anteriores. Luego entró al templo y encontró allí a Abrahán, a Moisés, a Isa (Jesús) y a muchos más de los profetas.
Después de rezar en su compañía un rato, vio cómo bajaba del cielo una escalera de luz hasta que la parte inferior descansó en la Sajra o piedra angular del templo, la piedra de Jacob. Ayudado por el ángel Gabriel, Mahoma subió por la escalera con la rapidez del relámpago.
Cuando llegó al primer cielo, Gabriel llamó a la puerta.
¿Quién es? –preguntaron desde dentro.
Gabriel –contestó el ángel.
¿Quién está contigo?
Mahoma.
¿Ha recibido su misión?
.
¡Entonces le damos la bienvenida! –Y se abrió la puerta.
El primer cielo era de plata pura, y en su bóveda resplandeciente las estrellas estaban colgadas de cadenas de oro. En cada estrella hay un ángel colocado como centinela para evitar que los demonios asciendan a la sagrada mansión. Al entrar Mahoma, se le acercó un anciano y Gabriel dijo:
Éste es tu padre Adán, ríndele homenaje. –Así lo hizo Mahoma y Adán le abrazó y le llamó el mayor entre sus hijos y el primero de los profetas.

VIAJE NOCTURNO AL SÉPTIMO CIELO, WASHINGTON IRVING