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Calígula

Tuvo comercio incestuoso y continuo con todas sus hermanas, y las hacía sentar consigo a la mesa en el mismo lecho, mientras su esposa ocupaba otro.
Se mostró tan infame en sus matrimonios como en sus divorcios. Habiendo asistido a las bodas de C. Pisón y de Livia Orestila, dispuso que la llevasen en el acto a su casa, la repudió poco después, y pasados dos años la desterró, con el pretexto de que en este tiempo había vuelto a ver a su primer marido. Otros dicen que estando sentado en el festín de boda enfrente de Pisón, le dijo: No estreches tanto a mi esposa: terminada la comida, se la llevó, y a la mañana siguiente, publicó un edicto declarando que se había casado como Rómulo y como Augusto. Había oído decir cierto día que la abuela de Lolia Paulina, esposa del consular C. Memmio, que mandaba los ejércitos, había sido la mujer más hermosa de la época; hizo traerla en seguida de la provincia en que mandaba su marido, obligando a éste a que se la cediera; la tomó por esposa y la repudió poco después, prohibiéndole que jamás tuviese comercio con ningún hombre. Con más constancia y pasión amó a Cesonia, que no era bella ni joven, pues había tenido ya tres hijos con otro, pero que era un monstruo de lujuria y lascivia. Frecuentemente la mostró a los soldados cabalgando a su lado, revestida con la clámide y armada con casco y escudo, y a sus amigos la enseñó desnuda. Cuando fue madre, quiso honrarla con el nombre de esposa, y el mismo día se declaró marido suyo y padre de la hija que había dado a luz. Dio a ésta el nombre de Julia Drusila, la llevó a los templos de todas las diosas y la depositó en el seno de Minerva, encargándole que la criase y educase. La mejor prueba para él de que era de su misma sangre, la tenía en su crueldad, que era ya tan grande, que rasgaba con las uñas el rostro a los niños que jugaban con ella.
Nunca cuidó de su pudor ni del ajeno; y se cree que amó con amor infame a M. Lépido, al payaso Mnester y a algunos rehenes. Valerio Catulo, hijo de un consular, censuróle públicamente haber abusado de su juventud hasta lastimarle los costados. Aparte de sus incestos con sus hermanas y de su conocida pasión por la cortesana Pirralis, no respetó a ninguna mujer distinguida. Lo más frecuente era que las invitase a comer con sus esposos, las hacía pasar y volver a pasar delante de él, las examinaba con la minuciosa atención de un mercader de esclavas y si alguna bajaba la cabeza por pudor, se la levantaba él con la mano.  Llevaba luego a la que le gustaba más a una habitación inmediata y volviendo después a la sala del festín con las recientes señales del deleite elogiaba o criticaba en voz alta sus bellezas o sus defectos, y hacía público hasta el número de actos.

Calígula, Los doce Césares,
 Suetonio

Monstruosas criaturas perfumadas

Monstruosas criaturas perfumadas  
No es por azar que al armar una cartelera sobre cine y diversidad, aparezcan películas con monstruos, vampiros y muchas vampiras, escenas terroríficas con estética camp o bañadas de un romanticismo queer. Quienes contribuyeron a un cine diverso hallaron muchas veces en el placer monstruoso la posibilidad de poner en evidencia una pasión con potencia de shock. El ciclo “Cine y Diversidad” que se presenta en el Malba durante todo el mes de junio incluye un amplio espectro de películas donde se vislumbran lo raro y lo ordinario, lo cínico y lo solemne, lo estable y lo mutante de ser lo que cada cual es.

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Fragmento - EL VALLE DE LAS ARAÑAS

El jefe pudo verle cubierto de grandes arañas y a otras muchas sobre el suelo. Mientras se esforzaba por obligar a su caballo a que se acercase a aquel objeto gris que gesticulaba y daba alaridos, y que luchaba por levantarse y volvía a caer, le llegó el resonar de unos cascos, y el hombrecillo en acto de incorporarse, sin espada, balanceándose sobre su vientre atravesado en el caballo blanco y agarrándose a sus crines, pasó como un torbellino. Y de nuevo un hilo pegajoso de telaraña gris cruzaba la cara del jefe y le rodeaba por completo, y por encima de él aquella telaraña que avanzaba  sin ruido parecía cercarle y envolverle cada vez más...
Hasta el día de su muerte nunca supo a ciencia cierta lo que había ocurrido en aquel momento. ¿Había sido él el que había desviado al caballo o había sido el animal el que por propio impulso había salido realmente de estampida detrás de su compañero? Baste
decir que un segundo después estaba galopando valle abajo mientras blandía furiosamente la espada por encima de su cabeza. Y a su alrededor, sobre la brisa que se avivaba, las aeronaves de las arañas, sus envoltorios aéreos y sus sábanas aéreas le parecía que se precipitaban en una persecución consciente.
Estruendo y mas estruendo, ruidos sordos y más ruidos sordos... el hombre de la brida de plata cabalgaba sin cuidarse de la dirección, con la cara desencajada por el tenor mirando ora a la derecha ora a la izquierda, y el brazo de la espada pronto a dar tajos. A pocos cientos de yardas delante de él, con un acompañamiento de arañas desgarradas que se arrastraban tras él, cabalgaba el hombrecillo en el caballo blanco, silencioso pero mal montado en la silla. Las cañas se doblaban delante de ellos, el viento soplaba fresco y fuerte, a su espalda el jefe podía ver las telarañas precipitándose para alcanzarlo...
Iba tan atento a escapar de las telas de arañas que sólo cuando su caballo se tensó
para dar un salto se dio cuenta de la barranca que tenía delante. Y sólo se dio cuenta
para equivocarse y chocar. Iba inclinado sobre el cuello de su caballo y se incorporó y
echó para atrás demasiado tarde.
Pero si en su excitación había dado mal el salto, en modo alguno había olvidado cómo caer. Y de nuevo volvió a comportarse como un jinete en el aire. Salió ileso, con una simple magulladura en el hombro, y su caballo rodó, agitando espasmódicamente las patas para quedarse después quieto. Pero la espada del jefe clavó su punta en el duro suelo rompiéndose limpiamente, como si la fortuna le rechazase desde ese momento como su caballero, y la extremidad astillada pasó rozándole a una pulgada del rostro. En un momento se puso de pie examinando sin aliento las telarañas que se apelotonaban para volver a la carga. Por un momento se le ocurrió echarse a correr; pero pensó en la
barranca y se echó atrás. Corrió primero hacia un lado para escapar a un terror que le embargaba y después se deslizó rápidamente por las pendientes abruptas protegiéndose del ventarrón.
Allí, resguardado por las escarpadas vertientes del torrente seco podría agacharse y observar a salvo el paso incesante de aquellas extrañas masas grises hasta que el viento se calmase, y así le sería posible escapar. Allí, pues, se acurrucó durante un largo rato, observando las extrañas masas grises desgarradas que arrastraban sus flecos por la estrecha franja de cielo.
Una araña descarnada cayó de improviso en la barranca, junto a él: de pata a pata medía más de un pie* y su cuerpo era como media mano de un hombre; después de haber observado atentamente durante unos momentos el monstruoso ardor con que buscaba escapar y cómo intentaba morder su rota espada, levantó su bota de tacones de hierro y la aplastó contra aquella masa blanda. Mientras lo hacía lanzó un juramento y durante un rato miró en derredor por si había alguna otra.

EL VALLE DE LAS ARAÑAS, Herbert G. Wells

*Un pie equivale a 30 cm más o menos.

Fauna goliciana

El calamar vampiro (Vampyroteuthis infernalis) puede colocar su cuerpo invertido con lo de adentro hacia afuera, como cuando se da vuelta un guante, para evitar a los depredadores. Esto se puede ver en un video que publicó el Instituto de Investigación del Monterey Bay Aquarium, haciendo hincapié en la necesidad de proteger especies de aguas profundas de los efectos de actividades humanas

Este calamar de aspecto amenazante es sólo una de muchas especies que podrían verse amenazadas por las actividades humanas lejos de la parte del océano en el que viven. El Instituto de Investigación del acuarium de Monterey Bay ha publicado este vídeo para hacer hincapié en un informe que pune una bandera roja sobre los océanos de la Tierra.

Nota completa

Cosamostra

Miércoles 23 a las 20hs Cosamostra cierra el ciclo de cine de terror con feria y recital de Kriazombis en Hipólito Yrigoyen 1440. Entrada libre y gratuita.

Fragmento

En seguida, las cosas empezaron a elevarse en el agua que rodeaba a los hombres. Desde entonces, el señor Fison ha descripto al escritor esta alarmante erupción surgida del ondulante banco de laminaria. A él le pareció que duraba un tiempo considerable, pero es probable que fuera un asunto de pocos segundos. Luego estas cosas se hicieron más grandes hasta que el fondo del mar se perdió bajo sus formas entremezcladas, y la punta de los tentáculos se elevó aquí y allá por encima del oleaje.


Una de las criaturas se acercó audazmente al bote y, aferrándose de él con tres de sus tentáculos prestos a succionar, lanzó otros cuatro por encima de la borda, como si tuviera la intención de hacer zozobrar el bote o encaramarse en él. De inmediato, el señor Fison tomó el bichero y, golpeando con furia los tentáculos, la obligó a desistir. Fue golpeado en la espalda y casi lanzado sobre la borda por el botero, quien estaba usando el remo para resistir un ataque similar al otro costado del bote. Pero ante esto, los tentáculos de ambos lados soltaron su presa de inmediato, se deslizaron fuera de la vista y chapotearon en el agua.

- Será mejor que salgamos de aquí - dijo el señor Fison, que temblaba con violencia. Se dirigió a la barra del timón, mientras que el botero y uno de los trabajadores se sentaban y comenzaban a remar. El otro trabajador permaneció a proa del bote, con el bichero, presto a golpear cualquier tentáculo que apareciera. Nada más parece haberse dicho. El señor Fison había expresado el sentimiento común sin necesidad de rectificación. De talante sombrío y temeroso, con rostros blancos y demudados, los cuatro hombres se dispusieron a escapar de la posición en que tan imprudentemente se habían colocado.

Pero apenas si los remos llegaron a tocar el agua antes que fueran inmovilizados por oscuras y serpentinas sogas ahusadas, que también rodearon el timón; y otra vez volvieron los tentáculos, reptando por los lados con un movimiento rizado. Los hombres asieron los remos y tiraron, pero era como tratar de mover un bote en una flotante balsa de algas.
- ¡Auxilio aquí! - gritó el botero, y el señor Fison y el segundo trabajador corrieron a añadir sus fuerzas al remo.

Luego el hombre del bichero - su nombre era Ewan, o Ewen - saltó con una maldición, y comenzó a golpear hacia abajo, por encima de la borda, hacia el banco de tentáculos que ahora se apiñaba contra el fondo del bote. Y, al mismo tiempo, ambos remeros se pusieron de pie para tratar de conseguir una oportunidad mejor de recobrar sus remos. El botero le entregó el suyo al señor Fison, quien se esforzó desesperadamente, en tanto el hombre sacaba una enorme navaja y, recostándose sobre la borda, comenzaba a acuchillar los brazos que brotaban del mango del remo.

LOS DEPREDADORES DEL MAR, H. G. Wells

ZOMBI – GUIA DE SUPERVIVENCIA


I. Matar a los muertos
Aunque parezca que destruir a un zombi puede ser simple, no hay nada más lejos de la realidad. Tal y como hemos visto, los zombis no requieren ninguna de las funciones fisiológicas que los humanos necesitamos para sobrevivir. La destruc­ción o el daño severo al sistema circula­torio, digestivo o respiratorio no harían nada a un miembro de los muertos andan­tes, en tanto en cuanto esas funciones no se mantienen en el cerebro. Simplemente piensa que existen miles de formas de matar a un humano y sólo una de matar a un zombi. El cerebro debe ser destruido, de cualquier manera posible.


J. Deshacerse del cuerpo
Los estudios muestran que el Solanum puede vivir en el cuerpo de un zombi destruido durante otras cuarenta y ocho horas. Se ha de tener un cuidado extremo a la hora de deshacerse del cadáver de un no muerto. La cabeza en particular conlleva el mayor riesgo, dada su concentración del virus. Nunca cargues con el cadáver de un no muerto sin ropa protectora. Trátalo como si fuera cualquier clase de material tóxico o altamente letal. La cremación es la forma más segura y efectiva de eliminarlo. A pesar de los rumores de que quemar un grupo de cadá­veres podría propagar Solanum en forma de plaga a través del aire, el sentido común nos diría que ningún virus es capaz de sobrevivir al calor intenso, por no hablar de un incendio.

K. ¿Domesticación?
Repetimos, el cerebro de un zombi ha demostrado ser, hasta el momento, inalterable. Los experimentos que se han realizado con productos químicos, cirugía e incluso descargas electromag­néticas, han dado resultados negativos. La terapia para cambiar su comportamiento y otros intentos para entrenar a los muertos vivientes como bestias de carga o algo parecido también han acabado en fracaso. De nuevo, no podemos cambiarle el chip a la máquina. Será tal como es o no será.

Max Brooks




La pelìcula mostra: El día de los trífidos

Cuando un día que usted sabe que es miércoles comienza como si fuese domingo, algo anda muy mal en alguna parte.
Lo sentí tan pronto como desperté. Y sin embargo, cuando se me aclaró un poco la mente, comencé a dudar. Al fin y al cabo, era muy posible que fuese yo el que estaba equivocado, y no algún otro. Seguí esperando, acicateado por la duda. Pero pronto tuve mi primera prueba objetiva: me pareció oír que un reloj distante daba las ocho. Escuché con atención y desconfianza. Pronto otro reloj comenzó a emitir unas notas altas y perentorias. Con gran tranquilidad dio ocho indiscutibles campanadas. Entonces supe que pasaba algo raro.
Sólo por accidente no asistí al fin del mundo; bueno, el mundo que había conocido durante treinta años. A casi todos los sobrevivientes les pasó lo mismo. Está en la naturaleza de las cosas que haya siempre un buen número de enfermos en los hospitales: la ley de los promedios había decidido la semana anterior que yo fuese una de esas personas. Sí eso hubiese ocurrido una semana antes, yo no estaría escribiendo estas líneas; no estaría aquí.
Pero la casualidad no sólo quiso que yo estuviese en el hospital en ese preciso momento, sino también que una venda me cubriese los ojos, y toda la cabeza. Tengo, por tanto, que estar agradecido a quienquiera que sea el que decide la regularidad de esos promedios. Pero aquella mañana yo solo sentía cierto mal humor, preguntándome qué diablos habría ocurrido, pues ya había pasado allí bastante tiempo como para saber que, después de la jefa de enfermeras, lo más sagrado en un hospital era el reloj.

John Wyndham

Dirigida por Steve Sekely en 1962.  Protagoniza por Howard Keel (Bill Masen), Nicole Maurey, Janette Scott y Kieron Moore.  Bill Masen, un biólogo británico, el narrador y protagonista, despierta en un hospital con los ojos cubiertos de vendas debido a sus cuidados médicos. Pero apenas despierta se da cuenta que algo anda muy mal a causa del horrible silencio que reina en el lugar.

La pelìcula mostra: Zombies! Zombies! Zombies!

Zombies! Zombies! Zombies! (2008) dirigida por Jason Murphy.
Estelarizada por Jessica Barton como Dakota, Hollie Winnard (Harley), Lyanna Tumaneng (Dallas), Tiffany Shepis y Juliet Reeves.
¡Strippers vs Zombies! Un medicamento experimental falla y produce un grupo de zombis sedientos de sangre. Corresponde a un pequeño grupo de bailarinas exóticas atrapadas en un club de caballeros, detenerlos.