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La pelìcula mostra: El día de los trífidos

Cuando un día que usted sabe que es miércoles comienza como si fuese domingo, algo anda muy mal en alguna parte.
Lo sentí tan pronto como desperté. Y sin embargo, cuando se me aclaró un poco la mente, comencé a dudar. Al fin y al cabo, era muy posible que fuese yo el que estaba equivocado, y no algún otro. Seguí esperando, acicateado por la duda. Pero pronto tuve mi primera prueba objetiva: me pareció oír que un reloj distante daba las ocho. Escuché con atención y desconfianza. Pronto otro reloj comenzó a emitir unas notas altas y perentorias. Con gran tranquilidad dio ocho indiscutibles campanadas. Entonces supe que pasaba algo raro.
Sólo por accidente no asistí al fin del mundo; bueno, el mundo que había conocido durante treinta años. A casi todos los sobrevivientes les pasó lo mismo. Está en la naturaleza de las cosas que haya siempre un buen número de enfermos en los hospitales: la ley de los promedios había decidido la semana anterior que yo fuese una de esas personas. Sí eso hubiese ocurrido una semana antes, yo no estaría escribiendo estas líneas; no estaría aquí.
Pero la casualidad no sólo quiso que yo estuviese en el hospital en ese preciso momento, sino también que una venda me cubriese los ojos, y toda la cabeza. Tengo, por tanto, que estar agradecido a quienquiera que sea el que decide la regularidad de esos promedios. Pero aquella mañana yo solo sentía cierto mal humor, preguntándome qué diablos habría ocurrido, pues ya había pasado allí bastante tiempo como para saber que, después de la jefa de enfermeras, lo más sagrado en un hospital era el reloj.

John Wyndham

Dirigida por Steve Sekely en 1962.  Protagoniza por Howard Keel (Bill Masen), Nicole Maurey, Janette Scott y Kieron Moore.  Bill Masen, un biólogo británico, el narrador y protagonista, despierta en un hospital con los ojos cubiertos de vendas debido a sus cuidados médicos. Pero apenas despierta se da cuenta que algo anda muy mal a causa del horrible silencio que reina en el lugar.

La película mostra: The Midwich Cuckoos, John Wyndham

A la mañana siguiente, regresamos sin apresurarnos a Midwich. Una breve parada en Trayne, nuestro más próximo lugar de avituallamiento, y luego seguimos por la carretera principal, atravesamos Stouch, y giramos a la derecha en dirección a... Pero no.
En medio de la carretera había un cartel: Carretera Cortada. Cerca del cartel había un policía que
levantó una mano.
Me detuve. El policía avanzó hacia mi lado. Lo reconocí: era de Trayne.
- Lo siento, señor, pero la carretera está cortada.
- ¿Quiere decir que hay que dar la vuelta por la carretera de Oppley?
- Me temo que también esté cerrada, señor.
- Pero...
Un claxon sonó tras nosotros.
Obedecí, no muy convencido de todo aquello, y un camión militar de tres toneladas pasó a nuestro lado. En la parte trasera iba gente de caqui.
- ¿Ha ocurrido algo en Midwich? - pregunté.
- Maniobras - respondió -. No se puede pasar por esta carretera.
- ¿Por ninguna de las dos carreteras? Sepa usted, agente, que yo vivo en Midwich.
- Lo sé, señor, pero no puede ir hasta allí por ahora. Si yo fuera usted, señor, regresaría a Trayne hasta que la carretera quedara libre. No puedo dejarle estacionar aquí a causa de la circulación.
Janet abrió la puerta y tomó su bolsa de provisiones.
- Yo iré a pie, y tu ya me alcanzarás cuando la carretera quede libre - me dijo.
El policía vaciló. Luego bajó la voz.
- Puesto que usted vive allí, señora, le diré algo que en cierto modo es confidencial. Es inútil que lo intente, señora: nadie puede llegar hasta Midwich, se lo aseguro.
Nos miramos, sorprendidos.
- Pero, por todos los santos, ¿por qué? - dijo Janet.
- Esto es precisamente lo que están intentando saber. En su lugar, señores, yo iría al hotel del Águila, en Trayne, mientras aguardan; ya les haré saber cuando la carretera quede libre.
Janet y yo nos miramos.
- Bueno - dijo ella al agente -, todo esto parece más bien extraño, pero si está usted completamente seguro de que no podemos ir hasta allí...

The Midwich Cuckoos, John Wyndham
En esta novela se basó el excelente film de 1960 "Village of the Damned" y sus remakes de 1993 (de Miguel Marte) y 1995 (de John Carpenter con Christopher Reeve y Kirstie Alley).