La pelìcula mostra: Zombies! Zombies! Zombies!

Zombies! Zombies! Zombies! (2008) dirigida por Jason Murphy.
Estelarizada por Jessica Barton como Dakota, Hollie Winnard (Harley), Lyanna Tumaneng (Dallas), Tiffany Shepis y Juliet Reeves.
¡Strippers vs Zombies! Un medicamento experimental falla y produce un grupo de zombis sedientos de sangre. Corresponde a un pequeño grupo de bailarinas exóticas atrapadas en un club de caballeros, detenerlos.



La pelìcula mostra: Cat-Women of the Moon

Cat-Women Of The Moon (1953) Dirigida por Arthur Hilton. Con Sonny Tufts (Laird Grainger), Victor Jory (Kip Reissner), Marie Windsor (Helen Salinger), William Phipps, Douglas Fowley, Carol Brewster (Alpha), Susan Morrow (Lambda) y Suzanne Alexander (Beta). Unos astronautas viajan a la Luna. Durante todo el vuelo, la única mujer que integra el grupo parece poseer conocimientos especiales sobre la ruta a seguir, y una vez llegados, conduce a los hombres por unas grutas, donde toman contacto con una civilización sólo constituida por atractivas mujeres en pantys negras.
¡No se descuiden valientes terrestres!

Cat-Women of the Moon es otra más de esas típicas películas que surgen cuando llega el momento de listar las peores de la historia del cine.


Fragmento

Me llamo Robinette Broadhead, pese a lo cual soy varón. A mi analista (a quien doy el nombre de Sigfrid von Schrink, aunque no se llama así, carece de nombre por ser una máquina) hace mucha gracia este hecho:
- ¿Por qué te importa que algunas personas crean que es nombre de chica, Bob?
- No me importa.
- Entonces, ¿por qué no dejas de mencionarlo?

Me fastidia cuando no deja de mencionarme lo que yo no dejo de mencionar. Miro hacia el techo, con sus colgantes movibles y sus piñatas, y luego miro la ventana, que en realidad no es una ventana, sino un móvil holópico del oleaje en Kaena Point; la programación de Sigfrid es bastante ecléctica. Al cabo de un rato le contesto:

- No puedo evitar que mis padres me llamaran así. He intentado escribirlo R-O-B-I-N-E-T, pero entonces todo el mundo lo pronuncia mal.
- Podrías cambiarlo por otro.
- Si lo cambiara - digo, seguro de que en esto tengo razón -, tú me dirías que llego a extremos obsesivos para defender mis dicotomías internas.
- Lo que te diría - replica Sigfrid en uno de sus torpes y mecánicos intentos de humor - es que no debes emplear términos psicoanalíticos técnicos. Te agradecería que te limitaras a decir lo que sientes.
- Lo que siento - digo yo por milésima vez - es felicidad. No tengo problemas. ¿Por qué no habría de sentirme feliz?

Jugamos mucho con ésta y otras frases parecidas y a mí no me gusta. Creo que hay un fallo en su programa. Insiste:
- Dímelo, Robbie. ¿Por qué no eres feliz?
No le contesto y él vuelve a la carga:
- Me parece que estás preocupado.
- Mierda, Sigfrid - replico, un poco harto -, siempre dices lo mismo. No estoy preocupado por nada.
Intenta convencerme:
- No hay nada malo en explicar lo que se siente.

Vuelvo a mirar hacia la ventana, enfadado porque me doy cuenta de que tiemblo y no sé por qué.
- Eres un latazo, Sigfrid, ¿lo sabías?
Dice algo, pero yo no le escucho. Me pregunto por qué vengo aquí a perder el tiempo. Si ha habido alguna vez alguien con todos los motivos para ser feliz, ése soy yo.
Rico, bastante apuesto, no demasiado viejo, y en cualquier caso, tengo el Certificado Médico Completo, por lo que durante los próximos cincuenta años puedo tener la edad que me plazca. Vivo en la ciudad de Nueva York y bajo la Gran Burbuja, donde no puede permitirse el lujo de vivir nadie que no esté bien forrado y sea, además, una especie de celebridad. Poseo un apartamento de verano con vistas al mar de Tappan y la presa de Palisades. Y las chicas se vuelven locas con mis tres brazaletes de Fuera. No se ve a muchos prospectores en la Tierra, ni siquiera en Nueva York. Todas están deseando que les cuente qué aspecto tiene la Nebulosa de Orión o la Nube Menor Magallánica. (Naturalmente, no he estado en ninguno de los dos sitios. Y no me gusta hablar del único lugar interesante donde sí he estado.)

- Entonces - dice Sigfrid, después de esperar el apropiado número de microsegundos una respuesta a lo último que ha dicho -, si de verdad eres feliz, ¿por qué vienes aquí en busca de ayuda?

PÓRTICO, Frederik Pohl

La primera tormenta tropical en Titán

La primera tormenta tropical que se observa en Titán ha sorprendido y también tranquilizado a los expertos en tormentas planetarias. Las nubes a las que dio lugar, que aparecieron días después cerca del polo Sur y del ecuador de la luna de Saturno, serían la fuente de la lluvia de metano líquido que, en ocasiones anteriores, habría causado los surcos y canales observados por la sonda europea Huygens cuando descendió allí en 2005.


La gran tormenta fue observada durante tres semanas en abril a través de telescopios terrestres. Tuvo su origen a unos 30 grados de latitud sur y se extendió por unos tres millones de kilómetros cuadrados, aproximadamente el tamaño de la India. Habitualmente el clima es bastante tranquilo en Titán y las nubes son escasas. "Después de tres años de observar Titán y no ver apenas nubes, de repente se produjo el gran espectáculo", dice Emily Schaller, la astrónoma que ha realizado el grueso del trabajo, ayudada por otros colegas estadounidenses.


La pelìcula mostra: Ciudad Implacable

Debía tratarse de una gente prudente, puesto que el golpe en la cabeza no hubiera sido necesario. La bebida preparada que le habían dado hubiera podido derribar a un buey. Recordó haberse sumido en la oscuridad inmediatamente después de haberla bebido, sabiendo qué era lo que le estaba ocurriendo. Recordó la sensación de impotencia.
Ahora ya no valía la pena preocuparse por ello. Era una persona filosófica, y el hecho de que aún estaba vivo compensaba la bebida y sus resultados. Pensó, paladeándolo, en la muchacha de pelo color castaño que lo había estado observando mientras bebía. Llevaba un corpiño escaso y ajustado, y era allí donde se habían fijado sus ojos en el último momento —en sus hermosos y tostados pechos—, hasta que se tambaleó y se sumergió en la imprecisión y luego en la nada.

La muchacha del pelo color castaño era hermosa, pero ahora se había ido, y había otros problemas más urgentes.

CIUDAD IMPLACABLE, Ivar Jorgenson

TARGET EARTH / Objetivo la Tierra (1954) Dirigida por Sherman A. Rose. Con Richard Denning (Frank Brooks), Kathleen Crowley (Nora King), Virginia Grey (Vicki Harris) y Richard Reeves (Jim Wilson)

Nora King se despierta luego de un intento de suicidio con pastillas somníferas. Pero al salir de su habitación descubre que todas las calles de la ciudad se encuentran desiertas. Nora se topa con Frank Brooks, un forastero que acaba de recuperar la conciencia luego de un intento de robo la noche anterior. Ambos deambulan por la metrópoli e intentan ubicar otros supervivientes o siquiera una radio que les alerte sobre lo que está sucediendo...

La pelìcula mostra: El día que la Tierra se detuvo

Desde su posición en lo alto de la escalera, sobre el piso del museo, Cliff Sutherland estudió con cuidado cada línea y sombra del gran robot, y luego se volvió y miró pensativamente a la masa de visitantes llegados de todas partes del mundo para ver a Gnut y la nave, y oír, una vez más, su asombrosa y trágica historia.
Sutherland había acabado por sentir un interés casi de propietario en la exhibición, y no sin motivo. Había sido el único fotógrafo de prensa que se hallaba en los terrenos del Capitolio cuando habían llegado los visitantes de lo Desconocido, y había obtenido las primeras fotografías profesionales de la nave. Había contemplado de cerca cada acontecimiento de los siguientes y locos días. Después, había fotografiado muchas veces al robot de dos metros y medio de alto, la nave, y al apuesto embajador muerto, Klaatu, y su imponente tumba.
Y, dado que aquel acontecimiento seguía teniendo una enorme importancia como noticia para miles de millones de personas, allí estaba de nuevo, para conseguir más fotos y, si era posible, un nuevo “ángulo”.
Esta vez quería conseguir una foto que mostrase a Gnut como extraño y amenazador. Las fotos que había tomado el día anterior no habían producido el efecto que deseaba, y esperaba lograrlo hoy; pero la luz aún no era la adecuada y tenía que esperar a que se hiciera más tarde.

El amo ha muerto, Harry Bates

Filmada como "The Day the Earth Stood Still"/“ULTIMÁTUM A LA TIERRA” por Robert Wise en 1951.
Una de las mejores películas de C-F jamás filmadas. Con Michael Rennie y Patricia Neal.
En vez de lanzar a su alrededor los habituales rayos de la muerte y planear la conquista del
mundo, el benévolo hombre del espacio Klaatu llega a la Tierra para promocionar únicamente la paz y la buena voluntad.
Sin embargo, sus rectas intenciones son acogidas con miedo, suspicacia, y finalmente ciega violencia. Klaatu, interpretado por el malogrado Michael Rennie, descubre que los terrestres no son tan civilizados como él creía. En un valeroso intento de salvar a la humanidad de destruirse a sí misma mediante armas atómicas, el hombre del espacio cae víctima de la traición, la
injusticia, y finalmente una lluvia de mortíferas balas. Sólo más tarde, con la ayuda
de su compañero robot, Gort (Gnut en la historia), es vuelto Klaatu a la vida.

¿Qué pasó en Júpiter?

Hace unas semanas, cuando la Luna acaparaba todas las miradas y todos los festejos, algo sensacional ocurrió en otro rincón del Sistema Solar: el 19 de julio, Júpiter apareció con una mancha negra en la zona austral.
Una extraña cicatriz en la pesada, turbulenta y colorida atmósfera del planeta. Algo había chocado contra el planeta. Y el primer testigo del fenómeno fue Anthony Wesley, un astrónomo amateur australiano. Inmediatamente, el hallazgo fue confirmado por astrónomos profesionales, y hasta observado por el Telescopio Espacial Hubble (hubblesite.org). El raro fenómeno no sólo trajo a la memoria un episodio –aún más notable–- ocurrido hace exactamente 15 años, sino que también alcanzó una notable repercusión mediática.