Fragmento - El convoy

Si no has vivido una batalla en medio del espacio,puedes imaginarla como las luces de una fiesta parpadeando en la oscuridad. Artillería que avanza en apretadas falanges, haces de partículas cruzando la oscuridad y naves que reflejan a cada impacto el arco iris en un gigantesco espectáculo de burbujas de colores.
Si navegas con escudo activado, mas allá de su horizonte, la realidad sólo será una ilusión, ondas de probabilidad y datos estimados. Si estás al mando de una flotilla, enfrentado a un despliegue enemigo completo y con tus piezas durmiendo en sus cunas, la fiesta la disfrutaran otros, tú rogarás para que el escudo aguante y en esas, los ruegos no sirven de
nada.
—Estabilidad del escudo al quince por ciento.
Tiempo para el colapso: dos minutos, treinta segundos.
—Inmersión en dos minutos, veinticinco segundos.
El panel táctico decía con puntitos verdes que nuestras naves aguantaban. A saber.
—Colapso en veinticinco segundos, veinticuatro,veintitrés..,
—Inmersión en diecinueve, dieciocho, diecisiete.
Ambos sistemas solaparon sus cuentas. Las alarmas saltaron y los trajes entraron en modo autónomo
enmascarando el miedo de mis hombres tras la coraza de noofibra endurecida.
—Diez, nueve.
—Acumuladores SD cargados.
—Tres, dos.
—¡Activando burbuja!
—Uno.
—¡Inmersión!
Las ráfagas enemigas atravesaron el vacío donde una milésima de segundo antes estaba nuestro
acorazado. La sirena cesó, la luz recobró su intensidad habitual y los uniformes volvieron al
modo de faena dejando paso a una bonita colección de rostros demudados. Tres cuartas partes de los
indicadores biomédicos danzaban sin control.
—Informe de daños —pregunté con calma.
—Todos los sistemas en funcionamiento óptimo.
—¿Estimación de bajas?
—Entre uno y dos destructores y ningún carguero.
El escudo había aguantado hasta el final. Seguíamos enteros porque la distancia en superficie había sido inusualmente corta.
Pura suerte. No quedaba mucho más que hacer allí.
—Sanmartín, tome el mando —ordené a mi segundo.
—A la orden, almirante —Contestó hosco. Le devolví una mirada fría y abandoné el puente.
Un grupo enemigo desplegado a una inmersión de Beta. Lo que mas temía, lo que el Cabrón de Héctor sabía y se negaba a aceptar.

El convoy, Jacinto Muñoz Vivas

No hay comentarios.: