LA EPOPEYA DE GILGAMESH

(¡Oh, divino Gilgamesh, señor de Kullab, grande es tu gloria! ) El fue quien vio el fondo de todas las cosas, conoció todos los países del mundo, todo lo supo, todo lo enseñó, compartió su experiencia y cada uno la aprovechó, El fue sabio entre los sabios, penetró
los misterios, supo el secreto de cuanto estaba oculto, reveló cuanto hubo en los días pasados, antes del Diluvio. Su vida fue un largo viaje, aprendió sufriendo y, volviendo de lejanos trabajos, sobre una estela grabó todas sus proezas.

El fue quien construyó los muros de Uruk la bien cercada, del santuario puro, de la santa Eanna, bendijo la primera piedra.

¡Contempla ese muro que se extiende, tendido a cuerda! ¡Contémplalo, reluce con el brillo del cobre, nada hay igual! ¡Contempla el umbral, existe desde siempre, de la santa Eanna, mansión del dios Anu y de la diosa Ishtar!

¡Aproxímate! ¡El la construyó!

Ningún rey futuro, ningún hombre lo igualará.

2 comentarios:

BUDOKAN dijo...

Qué gran vida la de éste gran profeta que nos recuerdas, Monstro. Saludos!

El Mostro dijo...

Un grosso Gilgamesh! ¿Andará aún por ahí?