Un proyecto desarrollado en el INTI avanza hacia la construcción de pequeños generadores de energía eléctrica que funcionarán sin ningún combustible: aprovecharán diferencias realmente ínfimas en la fuerza gravitacional de la Tierra. Sucede que la atracción terrestre es ligerísimamente menor, pongamos, en el primer piso de una casa que en su planta baja, que está más cerca del centro de la tierra; esa variación minúscula se aprovechará –utilizando las mismas ecuaciones que se usan para diseñar aviones supersónicos– para acelerar el aire hasta una velocidad superior a cien kilómetros por hora, en el interior de un tubo de refinado diseño que no supera los cuatro metros de largo y que, grafican sus desarrolladores, “se parece al sombrero de Hijitus”. Cada dispositivo cuenta con una turbina que transforma ese aire en movimiento en energía eléctrica suficiente para proveer a cuatro casas de familia. El aparato podría funcionar indefinidamente, sólo con mantenimiento en sus partes móviles. Su utilidad social, según los diseñadores, es “proveer a muchas localidades del interior del país a las que el sistema interconectado nacional no llega suficientemente”.
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