Fragmento

—¡Addi! —gritó y echó a correr hacia el hombre con deseos de ayudarle—. Dijeron por la televisión que estabas muerto. ¡Que todos habíais muerto!
El hombre se detuvo y con una mano esbozó el gesto de echarse hacia atrás el pelo, que ya no era largo. Se lo habían cortado antes del lanzamiento. Pero sin duda lo había olvidado.
—¿Crees algo de lo que ves en la televisión? —dijo, y siguió avanzando, con pausas y vacilante, pero sonriendo ahora. Alargó la mano hacia ella.
«Dios, qué bueno es poder tocarle y sentir sus manos en mí —pensó la joven—. Aún tiene más fuerzas de las que yo creía.»
—Estaba a punto de buscar a alguien —jadeó—. Alguien que te reemplazase.
—Te rompo la cabeza si lo haces —contestó él—. De todas formas no es posible, nadie puede reemplazarme.
—Pero ¿qué pasó con la implosión, al volver? Dicen que...
—Lo he olvidado —contestó él con el tono que solía usar cuando quería decir: no voy a hablar de ello. Este tono la había irritado siempre antes, pero no ahora. Esta vez
se dio cuenta de lo horrible que debía de ser el recuerdo—. Voy a quedarme en tu casa un par de días —continuó él diciendo, mientras avanzaban juntos por el sendero hacia la puerta abierta de la casa, en forma de A—. Quiero decir, si estás de acuerdo. Benz y Crayne se reunirán conmigo más tarde. Quizá esta misma noche. Tenemos mucho que hablar y que calcular.
—Entonces, sobrevivisteis los tres —dijo ella mirando su rostro demacrado—. Nada de lo que dijeron en la televisión... —Comprendió al fin, O creyó comprender—. Era una historia inventada. Por razones políticas o para engañar a los rusos, me imagino. Para que la Unión Soviética crea que el lanzamiento fue un fracaso, debido a vuestra
entrada, al volver...
—No —dijo él—. Un crononauta ruso se reunirá con nosotros, probablemente. Para ayudarnos a calcular lo que ha sucedido. El general Toad dice que hay ya uno en
camino hacia aquí. Ya le han concedido el pase. A causa de la gravedad de la situación.
—¡Dios mío! —exclamó la muchacha, sorprendida—. Entonces, ¿para quién inventaron esa historia?
—Vamos a beber algo primero —dijo Addison—, y luego intentaré explicarte lo que yo sé.
—Lo único que tengo de momento es un poco de brandy californiano.
Addison dijo:
—No importa lo que sea. Bebería cualquier cosa, tal y como me siento.

ALGO PARA NOSOTROS, TEMPONAUTAS, Philip K. Dick

Edgar Mitchell, que viajó a bordo de la nave Apollo 14 en 1971

Un ex astronauta afirma que los "alien" existen y que EE.UU. oculta ovnis


El ex astronauta de la NASA Edgar Mitchell, que viajó a bordo de la nave Apollo 14 en 1971, aseguró en una conferencia dedicada a los ovnis y extraterrestes, que los 'alien' existen y que el Gobierno de EEUU tiene ocultos OVNIS, según publica el 'Daily Telegraph'.

El ex astronauta, de 78 años, dijo: "No estamos solos. Nuestro destino, en mi opinion, es terminar formando parte de una comunidad planetaria... Tenemos que estar dispuestas a ir más allá de nuestro planeta y más allá de nuestro sistema solar para averiguar que es lo que está ocurriendo realmente allí fuera".

Por su parte, la Nasa no tardó en reaccionar a las palabras de Mitchell. Según la agencia, la NASA "no realiza ningún tipo de seguimiento a ovnis", ni forma parte "de ningún encubrimiento sobre vida más allá de la Tierra".

Fragmento

El impacto desintegró la roca y una modesta parte de la llanura, excavando un cráter igualmente modesto. La llanura rocosa, que se extendía durante una distancia importante por encima y por debajo de la superficie del planeta, resonó por el impacto como una campana, cuyas notas repicaron varias octavas por debajo de la gama auditiva de la mayoría de las especies inteligentes conocidas.
El suelo tembló.
Y en la distancia, bajo la superficie del planeta, alguien finalmente reparó en la roca.
--Temblor --dijo Sharan. No levantó la cabeza de su monitor.
Varios momentos más tarde, se produjo otro temblor.
--Temblor --dijo Sharan.
Ante su propio monitor, Cainen miró a su ayudante.
--¿Piensas decir eso cada vez que pase? --preguntó.
--Quiero mantenerte informado de los acontecimientos a medida que ocurran --respondió Sharan.
--Agradezco tu intención --dijo Cainen--, pero no tienes que mencionarlo todas y cada una de las veces. Soy científico. Comprendo que cuando el suelo se mueve estamos experimentando un terremoto. Tu primera declaración fue útil. Pero a la quinta o sexta vez, se vuelve monótono.
Otro rumor.
--Temblor --dijo Sharan--. Es el séptimo. De todas formas, no eres tectónico. Eso queda fuera de tus muchos campos de experiencia.
A pesar de la típica seriedad de Sharan, era difícil no advertir el sarcasmo.
Si Cainen no se hubiera estado acostando con su ayudante, podría haberse sentido irritado. Tal como estaban las cosas, se permitió sentirse tolerantemente divertido.
--No recuerdo que tú seas especialista tectónica.
--Es un hobby --dijo Sharan.
Cainen abrió la boca para responder y entonces el terreno se alzó súbita y violentamente para encontrarse con él. Tardó un momento en comprender que no era el suelo el que había saltado hacia él, sino que él mismo se había precipitado al suelo. Ahora se hallaba despatarrado sobre las losas, junto con la mitad de los objetos que antes estaban colocados en su puesto de trabajo. El taburete de Cainen yacía volcado a su derecha, todavía estremeciéndose por la sacudida.

LAS BRIGADAS FANTASMA, John Scalzi

Fragmento

— Entonces, ¿ha estado usted estudiando la leyenda de Yig, eh? — reflexionó sentenciosamente—. Sé que muchos de nuestros etnólogos de Oklahoma han intentado conectarlo con Quetzalcóatl, pero no sé de nadie que haya cubierto tan bien los pasos intermedios. Para alguien tan joven como parece ser usted, ha realizado un notable trabajo, y ciertamente merece todos los datos que yo pueda proporcionarle.
...
Un débil hedor brotó de la tronera al abrirla el doctor y fantaseé con que su aporreo provocaba una especie de respuesta baja y siseante. Finalmente, me hizo un gesto para que lo reemplazara en la mirilla, y así lo hice, con un injustificado temblor que iba en aumento.
La ventana barrada y a ras de suelo, cerrada al exterior, admitía tan sólo un débil e incierto resplandor y estuve observando la maloliente madriguera durante algunos segundos antes de ver lo que reptaba y se retorcía por el suelo cubierto de paja, emitiendo de vez en cuando un siseo débil y vacuo. Entonces, la silueta entre las sombras comenzó a perfilarse y capté que la contorsionada entidad poseía cierta y remota semejanza con una forma humana que se arrastrara sobre su vientre. Me aferré a la manilla de la puerta para sostenerme mientras trataba de no caer desvanecido.
Lo que se movía era de un tamaño casi humano y totalmente desprovisto de vestiduras. Carecía por completo de pelo, y su espalda de tonos leonados parecía algo escamosa bajo la luz tenue y gohulesca. Los hombros parecían moteados y oscurecidos, y la cabeza era curiosamente plana. Mientras alzaba la cabeza para sisear en mi dirección, pude ver que los ojos, pequeños y negros como abalorios, eran condenadamente antropoides, pero no fui capaz de estudiarlos durante mucho tiempo. Me buscaron con horrible persistencia, hasta que cerré boqueando la mirilla...

LA MALDICIÓN DE YIG,H. P. LOVECRAFT y ZEALIA BISHOP

Un científico anunció el terremoto, pero fue denunciado

Un científico italiano predijo que habría un terremoto importante en la zona de L´Aquila semanas antes de que el desastre llegara hoy a la ciudad del centro del país, pero fue denunciado a las autoridades por causar pánico en la población.

Hace un mes, unas camionetas con altavoces comenzaron a circular por L´Aquila pidiendo a sus habitantes que evacuaran sus casas, después de que el sismólogo Gioacchino Giuliani predijera que se iba a producir un gran terremoto, desatando la ira del alcalde.

Giuliani, que basó sus pronósticos en las concentraciones de gas radón en zonas sísmicamente activas, fue denunciado a la policía por "extender la alarma" y se vio obligado a quitar sus conclusiones de Internet.

Fragmento

Una extraña vibración despertó de un sueño inquieto a Perry Bergman, que tuvo al instante un mal presentimiento. Aquel desagradable murmullo le recordó unas uñas arañando una pizarra. Apartó la fina sábana con un escalofrío y se levantó descalzo sobre la cubierta de acero. Ahora el ruido le parecía un torno de dentista de fondo se detectaba el zumbido normal de los generadores de la nave y los ventiladores del aire acondicionado.

-¿Qué demonios? -se preguntó en voz alta, aunque no había nadie que pudiera responderle.
Había llegado la tarde anterior al buque, el Benthix Explorer, en helicóptero, después de un largo vuelo de Los Ángeles a Nueva York y luego a Punta Delgada, en la isla de San Miguel en las Azores. Entre el recorrido por las distintas zonas horarias y el largo informe recibido sobre los problemas técnicos que sufría la tripulación, estaba agotado, como era de suponer.
No le hacía ninguna gracia que le hubieran despertado después de sólo cuatro horas de sueño, y menos con aquella discordante vibración.

ABDUCCIÓN, Robin Cook