Fragmento

Al final de un día, después de haberse acostumbrado hacía ya mucho tiempo a vivir solo en el mundo, rebuscando comida como el mismísimo Mono, entró en un pequeño bosquecillo de árboles para hacer un fuego, y se sorprendió al ver que ya había uno encendido, vigilado por un hombre vivo.
El hombre era pequeño, como Bold. Sus cabellos eran rojos como las hojas del arce, su frondosa barba del mismo color, su piel pálida y leonada como la de un perro. Al principio Bold estaba seguro de que el hombre estaba enfermo, y mantuvo cierta distancia. Pero los ojos del hombre, de color azul, eran claros; y él también tenía miedo, totalmente alerta y preparado para lo que fuera. Se miraron fijamente en silencio, a través de un pequeño claro en el medio del bosquecillo.
El hombre hizo un gesto y señaló el fuego. Bold asintió con la cabeza y se acercó al claro con cautela.
El hombre estaba cocinando dos pescados. Bold sacó de su abrigo un conejo que había matado aquella mañana, y lo despellejó y lo limpió con su cuchillo. El hombre lo observaba hambriento, asintiendo con la cabeza al ver cada movimiento familiar. Dio vuelta a los pescados que tenía sobre el fuego, e hizo sitio para el conejo entre las brasas. Bold lo espetó con un palo y lo puso al fuego.
Cuando la carne estuvo asada, comieron en silencio, sentados sobre dos troncos en los lados opuestos del fuego. Los dos miraban fijamente las llamas, observándose de reojo sólo ocasionalmente, tímidos después de haber pasado tanto tiempo solos. Después de todo lo ocurrido, no era muy obvio lo
que uno podía decirle a otro ser humano.
Finalmente el hombre habló, al principio entrecortado, y luego de corrido.
A veces utilizaba una palabra que a Bold le resultaba familiar, pero no tan familiar como sus movimientos alrededor del fuego, y por mucho que lo intentara, Bold no podía entender nada de lo que el hombre decía.

Tiempos de Arroz y Sal, Kim Stanley Robinson

2 comentarios:

Vergónides de Coock dijo...

Muy fragmentario el fragmento este. Suerte.

El Mostro dijo...

Claro, como todos los frangmentos.

Saludos.