SOBRE LA COHETERIA Y LA INDUSTRIA AEROESPACIAL ARGENTINA

A comienzos de los años sesenta la tecnología aeroespacial estaba dando sus primeros y vigorosos pasos en todo el mundo. Los sueños de viajes intergalácticos asomaban en la literatura, el cine y las series televisivas de ciencia-ficción, algunas de dudosa calidad. Sin embargo, la realidad parecía desmentir aquellas fantásticas aspiraciones, trocándolas en realidades tecnológicamente más limitadas pero tangibles. Las naciones competidoras en la carrera tecnológica no eran muchas y pugnaban por llegar primero a metas que vistas desde la actualidad pueden parecer modestas, pero que en aquellos años exigían titánicos esfuerzos. La tecnología aeroespacial era una ficha valiosa y esquiva en el complejo juego político y militar que las superpotencias de la época desplegaban con el planeta a modo de tablero.

Fragmento - Escudo invulnerable

Por un instante, mientras recorría con la vista aquella fabulosa ciudad, algo parecido a un sentimiento de terror, le dejó sobrecogido. ¿Qué haría entonces?
Enrojecido por la neblina, el sol se ocultaba ya tras un Centro cuya gigantesca mole oscura contrastaba contra el cielo, donde los diversos ingenios aéreos de la época se entrecruzaban como moscas de agua. La totalidad del horizonte se hallaba poblado de enormes torres y colosales construcciones. Koskinen comprobó que la proximidad del gran Centro, era sólo una ilusión de sus sentidos. Los grandes edificios se hallaban aparte y a distancia, separados y rodeados por un enjambre de almacenes, factorías y casas de habitación de corte modesto. Los túneles de transporte urbano se entretejían por doquier rugiendo con el inmenso tráfico de las calles, brillando los vehículos con los últimos rayos del sol poniente. A nivel más bajo, aún se advertía una enmarañada red de calles, cintas transportadoras y monorrieles. En las primeras sombras del atardecer y bajo los muros, las luces acababan de encenderse, uniéndose al parpadear de las del tráfico rodado, las de las ventanas, las lámparas de alumbrado de las aceras y trenes. El silencio en aquella habitación a cien
pisos de altura sobre el suelo, convertía el espectáculo en algo irreal, como un reflejo de un planeta extraño.
Bruscamente, Koskinen cerró el noticiario que se le proyectaba en una de las pareces de la habitación. No le gustaban en absoluto los discos que se le ofrecían, ni incluso las danzas de Hawai, ni los bailes de última moda de los cabarets de París que tanto le habían fascinado aquella mañana.
«Mejor es dejarse de sombras —pensó—. Deseo algo que pueda tocar, paladear y oler con mis propios sentidos. ¿Como qué, por ejemplo?»
Allí tenía las propias facilidades que le brindaba el hotel, en el jardín las piscinas, el gimnasio, los bares, restaurantes y casi todo lo que pudiera elegir para comprar o alquilar. Podía permitirse el lujo de tomarlo todo de primera categoría, con la paga de cinco años en el bolsillo.
Además, allí estaba la propia superciudad en sí misma, con sus infinitos atractivos. Podía muy bien tomar una estratonave que le condujese rápidamente a cualquier ciudad occidental del país, o alquilar un aparato rápido y trasladarse a cualquier parque nacional y pasar la noche junto a un lago o un hermoso bosque. O...
¿Qué? —se preguntó a sí mismo—. Puedo pagarlo todo, excepto la compañía de un amigo. Y... ¡Dios Santo! He perdido ya así veinticuatro horas. Ahora comprendo lo triste y solitario que es tener que pagarlo todo...
Se aproximó al teléfono. «Llámame —le había, dicho Dave Abrams— al edificio de Centralia, en Long Island. Aquí tienes el número de mi teléfono. Nuestra casa siempre cuenta con un sitio para alguien más y Manhattan sólo está a unos cuantos minutos más allá, con agradables lugares para pasarlo bien. Por lo menos, así era hace cinco años. Estoy seguro que puedo asegurarte, al menos, los estupendos pasteles de queso que hace mi madre».
Koskinen dejó caer la mano. Todavía no. La familia Abrams tenía derecho a su vida privada y necesitaba tiempo para conocer a su hijo. Media década en un planeta extraño podría haberle cambiado mucho. El representante del Gobierno que había acudido a esperarles en el Aeropuerto Goddard, había notado lo excesivamente tranquilo que parecía, como si toda la quietud de Marte se hubiera infiltrado en su espíritu. Por otra parte, su propio orgullo le impedía hacerlo. No tenía derecho a interrumpir la vida amable de sus semejantes, como si se encontrase en la Tierra igual que un niño perdido en el bosque.
En condiciones similares se hallaba frente a sus demás compañeros de tripulación. Sólo que ellos tenían una ventaja sobre él. Todos eran mayores en edad y tenían sus hogares y parientes. Había incluso dos que se habían casado. Pero Koskinen no tenía a nadie. La catástrofe de la guerra había hecho desaparecer su casa, allá al norte de Minnesota, donde había vivido de niño. El Instituto se hizo cargo del pequeño huérfano de ocho años y le había llevado interno a un orfanato donde se había criado y educado con varios centenares más, igualmente seleccionados con un alto coeficiente de inteligencia, previos los tests oportunos. Fue algo duro. No es que la escuela en sí fuese mala, puesto que hicieron lo imposible por suplirle la falta de su familia, ya que el país necesitaba desesperadamente un gran número de mentes bien entrenadas y a una prisa loca. Koskinen obtuvo su grado de licenciado en Ciencias Físicas a la edad de dieciocho años, y un título menor de Ciencias Simbólicas. En el mismo año, las autoridades astronáuticas aceptaron su solicitud para la novena expedición a Marte, la única que permanecería el tiempo suficiente para aprender decididamente algo
sobre los marcianos, y para tal destino salió embarcado en seguida.

Escudo invulnerable, Poul Anderson

NASA captura fotografías de Vesta

La agencia espacial estadounidense NASA capturó una imagen sin precedentes del asteroide gigante Vesta y la publicó en su sitio de internet.
En la imagen, tomada por la nave Dawn de la NASA, el asteroide de 530 kilómetros de diámetro, el segundo con más masa en el cinturón de asteroides, se observa como una perla pequeña y brillante.
Al momento de tomar la fotografía, la nave estaba a unos 1.21 millones de kilómetros del asteroide, dijo la NASA.
"Después de estar navegando en los mares del espacio por más de mil millones de millas, el equipo Dawn vio a su objetivo finalmente", dijo la investigadora principal del equipo Carol Raymond.
La NASA aclaró que antes se habían tomado fotos de Vesta desde la tierra y desde el espacio, pero que tenían pocos detalles de su superficie. 
El proyecto Dawn de la NASA consiste en una nave que se interpondrá en el camino de Vesta para que la gravedad de este asteroide atrape la nave en su órbita en donde permanecerá un año. El objetivo es estudiar la superficie del asteroide, tomar fotos y "destapar los secretos de la historia temprana de nuestro sistema solar", dijo la NASA.

El misterio de la nave soviética destruida por extraterrestres

La sonda soviética Fobos 2 había sido enviada a finales de los ´80 al planeta rojo para estudiar una de las dos lunas que lo orbitan. Fotografió lo que parecía ser una ciudad alienígena y antes de desaparecer misteriosamente captó un desconocido y gigantesco objeto espacial de 20 Km. de largo.

Fue una nave soviética la encargada de descubrir alguno de los secretos marcianos y de estudiar sus misteriosas lunas, Fobos y Deimos (Miedo y Terror, en griego).

Secretos que ojos humanos jamás vieron o que tal vez jamás tendrían que haber visto.

La Fobos 2, era la segunda sonda enviada por la Unión Soviética a Marte y llevaba el nombre de una de sus lunas, y que tras el fracaso de la Fobos 1, desapareció en septiembre de 1989 sin dejar rastros.

Tras la pérdida de la sonda, algunas personas aseguraron que ésta había alcanzado a transmitir datos que podrían indicar la presencia de una civilización extraterrestre. Sin embargo, la mayor parte de la comunidad científica consideró estas especulaciones carentes de fundamento y no hallaron en los datos de la misión, anomalías que sugieran presencia alienígena.

Pero los defensores de la existencia de pruebas extraterrestres en los datos de la Fobos 2 aseguran que en Marte ya se han encontrado evidencias de presencia alienígena. Según ellos la cara de Marte sería una de esas pruebas, así como las ruinas de una ciudad en la región de Cydonia Mensae.

Fragmento - HUÉRFANOS DEL ESPACIO

¡Cuidado! ¡Hay un amotinado!
Ante aquel grito de aviso Hugh Hoyland se zambulló sin tener un segundo que perder. Un proyectil de hierro del tamaño de un huevo se estrelló contra el mamparo, justo por encima de su cabeza, con una fuerza tal que prometía haberle fracturado el cráneo. La velocidad con que se había acurrucado levantó sus pies de las planchas del suelo de la cubierta y, antes de que su cuerpo pudiera asentarse lentamente sobre el suelo plantó los pies contra el mamparo y empujó con todas sus fuerzas.
Y salió disparado hacia abajo por el largo pasaje de una larga trayectoria, llevando el cuchillo dispuesto a entrar en acción para defender su vida.
Se retorció en el aire, comprobó la dirección con los pies contra el mamparo opuesto en la vuelta del pasaje desde el cual le había atacado el amotinado y flotó ligeramente ingrávido. La otra salida del pasaje estaba vacía. Sus dos compañeros se le unieron, deslizándose torpemente por las planchas de la cubierta.
¿Se ha ido? –Preguntó Alan Mahoney.
–convino Hoyland–. Le he visto sólo un instante al zambullirse por la escotilla. Creo que es una hembra. Parecía como si tuviera cuatro piernas.
Dos piernas o cuatro, nunca le echaremos el guante – comentó el tercer hombre.
¿Quién diablos quiere echarle el guante? –Protestó Mahoney–. Yo no.
Bien, yo lo haré, si puedo –dijo Hoyland–. Por Jordan, si su puntería hubiera sido dos pulgadas mejor, en este momento estaría dispuesto para ir al Convertidor.
¿Es que no podéis dejar los dos de jurar en cuanto pronunciáis cuatro palabras? –protestó desaprobatoriamente el tercer hombre–. ¿Qué pasaría si el capitán os oyera? –y se tocó la frente con reverencia al mencionar al capitán.
¡Oh!, por la memoria de Jordan – estalló Hoyland–. No seas estúpido, Mort Tyler. Tú no eres todavía un científico. Calculo que yo soy tan devoto como tú y que no existe ningún grave pecado en dar, a veces, rienda suelta a los propios pensamientos. Incluso los científicos lo hacen. Les he oído...
Tyler abrió la boca como si fuese a provocar una disputa; pero pareció pensarlo mejor.
Mahoney tocó a Hoyland en un brazo.
Mira, Hugh –le rogó–, vámonos de aquí. Nunca tuvimos que haber subido tan alto. Me encuentro sin peso; quiero volver adonde pueda sentir algo bajo mis pies.
Hoyland miró largamente hacia la escotilla a través de la cual el asaltante había desaparecido, mientras que su mano continuaba aferrada al puño del cuchillo, y después se volvió hacia Mahoney.
De acuerdo, muchachos –convino–. Hay un largo viaje hacia abajo, de todas formas.
Se volvió entrando por la escotilla, por donde habían alcanzado el nivel en que se encontraban entonces, con los otros dos amigos siguiéndole. Sin hacer caso de la escalera metálica por la que anteriormente hubieron subido, se dejaron caer por la abertura y cayeron flotando suavemente hacia la cubierta inferior a quince pies más abajo con Tyler y Mahoney siguiéndole de cerca.

HUÉRFANOS DEL ESPACIO, Robert A. Heinlein

Atmósferas de Titán y de la Tierra tendrían un origen común

Las atmósferas de la Tierra y Titán, satélite de Saturno, se originaron a partir del último bombardeo de asteroides y cometas, el cual se dio durante la formación del sistema solar hace 3.900 millones de años.

A esta conclusión llegaron Josep María Trigo y Francisco Javier Martín, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) que se encuentra en España.
Ellos se dieron a la tarea de analizar los datos de la misión Cassini-Huygens, un proyecto conjunto entre las agencias espaciales estadounidense (NASA), europea (ESA) e italiana.
Los resultados de su análisis aparecen publicados en el último número de la revista Planetary & Space Science.

Origen común.Trigo y Martín descubrieron elementos comunes y abundantes en ambas atmósferas como lo son el nitrógeno molecular, el deuterio (una de las formas que puede adoptar el hidrógeno), el hidrógeno, el carbono, el nitrógeno y el oxígeno.
Precisamente, esa riqueza devino de un bombardeo tardío de asteroides y cometas que se inició cuando Júpiter y Saturno se trasladaron a sus órbitas actuales.
Esa migración causó un impulso gravitatorio sobre los cuerpos que se habían formado en la parte externa del sistema solar. Fue así como objetos ricos en agua y materia orgánica impactaron a planetas rocosos como la Tierra. “Dado que la Tierra se formó en un entorno muy caliente próximo al Sol, ese gran bombardeo tardío resultó fundamental para enriquecerla con los ingredientes básicos para la aparición de vida”, explicó Trigo.
“La llegada de tales compuestos y partículas metálicas catalizadoras, capaces de sintetizar moléculas orgánicas más complejas bajo el influjo de la radiación solar, permitió convertir nuestro planeta en el único oasis de vida que, por ahora, conocemos”, agregó Martín.
“De hecho, la mayoría de cuencas y grandes cráteres de la Luna fueron provocados por el impacto de estos objetos, tal y como dataron las rocas lunares recogidas por las misiones Apolo”, comentó Trigo.
Otra evidencia de este bombardeo tardío se observa en la composición de la corteza y el manto terrestre. “El manto alberga metales que de no haber llegado de manera tardía, estarían en el núcleo”, dijo.

Fragmento - Dark

Mientras leía y releía los datos, un paquete de información golpeó en la puerta de su pantalla. Venía de uno de los satélites con los que habitualmente trabajaba. El MSK-332. Aceptó el paquete de datos, y vio como estos se abrían como una flor en el centro de su pantalla. Olvidó lo que estaba haciendo, y se centró en ellos. Y a medida que los datos se iban ordenando en su mente, dibujando formas y estableciéndose... a medida que eso ocurría, Mark comenzó a inquietarse.
—Esto tiene que estar mal —dijo. su voz sonó extraña en el despachó, demasiado fuerte, elevándose sobre el runrún del ordenador.
El café se consumió en su boca, y su sabor amargo permaneció unos instantes. Había algo en ese conjunto de datos que no le
gustaba ni un pelo. Pidió permiso a Central, y reorientó el satélite ligeramente. Un proceso de rutina. Le indicó a la IA del aparato que activase todos sus sistemas de medida, que previamente no habían sido utilizados, y esperó a que el satélite le
enviase nuevos paquetes de datos, más específicos y precisos que el paquete inicial. Durante los siguientes ciento noventa y un minutos, Mark se olvidó de aquella información extraña, y probablemente errónea, y siguió con sus tablas. Necesitaba que
aceptasen su nuevo artículo. De lo contrario, perdería la subvención estatal y su carrera profesional sufriría un varapalo del que quizá no fuese capaz de recuperarse. Y a saber qué opinaría de eso Dana.
Quizá fuese la gota que colmase el vaso. Quizá fuese el final.
Ya de madrugada, un nuevo paquete de datos, mucho mayor que el anterior, llegó a su ordenador.
Lo abrió con un bostezo, y les echó un vistazo. Esta vez había mucha más información. Abrió una docena de programas de cálculo, y los puso a trabajar.
Necesitaba eliminar el ruido de aquella marabunta de información, quedarse con lo esencial, y poder extraer unas conclusiones. Además de darle un respiro a su cerebro abotargado.
—Pero, ¿qué cojones...? —exclamó, acercándose a la pantalla del ordenador como si eso fuese a hacer cambiar los resultados.
Un escalofrío recorrió su espalda, y sintió que comenzaba a sudar en frío.
—No puede ser —dijo, negando con la cabeza.
Comenzó a calcular el momento angular, la intensidad de emisión de rayos X, posición y velocidad, rotación.
Pero los ordenadores no se equivocaban. Nunca lo hacían. Y menos un ordenador como el suyo. Los programas tenían una fiabilidad total, y si debían sumar dos y dos, el resultado era cuatro invariablemente. Y daba igual que fuesen sumas
sencillas o complejas ecuaciones. No fallaba. Pero los resultados... eran...

Dark, Ernesto Diéguez Casal

Después dicen que estoy loco

El último misterio ha surgido en torno a Marte, donde David Martines, un astrónomo aficionado, asegura haber descubierto gracias a Google Mars un edificio de color blanco y franjas rojas, y de más de 210 metros de largo por 45 metros de ancho que, según él, se correspondería, nada más y nada menos, con una estación de energía creada por el hombre o por una civilización alienígena. Incluso ya la ha bautizado: 'Bio estación alfa'.

Martines, que ha intentado de forma infructuosa ponerse en contacto con la Nasa para informarle del hallazgo, considera que "podría ser una estación de carga de energía, podría ser un contenedor biológico o solamente un garaje glorificado". "Espero que no sea un arma. Quien lo puso allí tenía un propósito, estoy seguro. No puedo imaginar por qué alguien querría vivir en Marte, pero podría ser una estación de paso para los viajeros espaciales", concluye.

La respuesta de diversos expertos al descubrimiento de 'Bio estación alfa' no se ha hecho esperar. Aseguran que la figura que se aprecia no es más que un defecto de la herramienta Google Mars y que una imagen de mayor resolución demostrará que en el lugar no hay nada más que arena y piedras marcianas. Sin embargo, este nuevo hallazgo ha dado alas a los defensores de que la vida en la Tierra tuvo su origen en un meteorito venido de Marte, donde habría existido una civilización hace millones de años.

Monstruosas criaturas perfumadas

Monstruosas criaturas perfumadas  
No es por azar que al armar una cartelera sobre cine y diversidad, aparezcan películas con monstruos, vampiros y muchas vampiras, escenas terroríficas con estética camp o bañadas de un romanticismo queer. Quienes contribuyeron a un cine diverso hallaron muchas veces en el placer monstruoso la posibilidad de poner en evidencia una pasión con potencia de shock. El ciclo “Cine y Diversidad” que se presenta en el Malba durante todo el mes de junio incluye un amplio espectro de películas donde se vislumbran lo raro y lo ordinario, lo cínico y lo solemne, lo estable y lo mutante de ser lo que cada cual es.

Ver más acá y aquí

Entangled

When you're asleep they may show you
Aerial views of the ground
Freudian slumber empty of sound

Over the rooftops and houses
Lost as it tries to be seen
Fields of incentive covered with green

Mesmerised children are playing
Meant to be seen but not heard
"Stop me from dreaming!"
"Don't be absurd!"

"Well if we can help you we will
You're looking tired and ill
As I count backwards
Your eyes become heavier still
Sleep, won't you allow yourself fall ?
Nothing can hurt you at all
With your consent
I can experiment further still."

Madrigal music is playing
Voices can faintly be heard
"Please leave this patient undisturbed."

Sentenced to drift far away now
Nothing is quite what it seems
Sometimes entangled in your own dreams

"Well, if we can help you we will
Soon as you're tired and ill
With your consent
We can experiment further still

Well, thanks to our kindness and skill
You'll have no trouble until
You catch your breath
And the nurse will present you the bill"


STEPHEN HACKETT / TONY BANKS

Fragmento - LAS BRIGADAS FANTASMA

--Eh, ¿puedo hacerte una pregunta? --le dijo Cloud a Jared, después de que empezaran a descender hacia Fénix.
Jared consideró la pregunta y la ambigüedad de su estructura, que permitía múltiples interpretaciones. En un sentido, Cloud había contestado a su pregunta al preguntarla: era claramente capaz de hacerle a Jared una pregunta. El CerebroAmigo de Jared sugirió, y Jared estuvo de acuerdo, en que ésta no era probablemente la interpretación correcta a la pregunta. Presumiblemente Cloud sabía que era capaz de hacer preguntas, y si antes no lo sabía, lo sabría ahora. Mientras el CerebroAmigo de Jared desplegaba y clasificaba interpretaciones adicionales, Jared esperó poder llegar algún día a la interpretación correcta de las frases sin tener que hacer despliegues interminables. Llevaba vivo poco más de una hora y ya era agotador.
Jared consideró sus opciones y, tras un período de tiempo que a él se le antojó largo pero pareció imperceptible para el piloto, aventuró la respuesta que parecía más adecuada al contexto.

--Sí --dijo.
--Eres de las Fuerzas Especiales, ¿verdad? --preguntó Cloud.
--Sí.
--¿Qué edad tienes?
--¿Ahora mismo? --preguntó Jared.
--Claro --respondió Cloud.
El CerebroAmigo de Jared le informó que tenía un cronómetro interno; accedió a él.
--Setenta y uno --dijo.
Cloud lo miró.
--¿Setenta y un años? Entonces eres un poco viejo para las Fuerzas Especiales, por lo que me han dicho.
--No. Setenta y un años, no --dijo Jared--. Setenta y un minutos.
--No jodas --dijo Cloud.
Esto requirió otro rápido momento de opciones interpretativas.
--No jodo --respondió Jared por fin.
--Coño, eso sí que es raro --dijo Cloud.
--¿Por qué?
Cloud abrió la boca, la cerró, y miró a Jared.
--Bueno, no tienes por qué saberlo --dijo--. Pero a la mayoría de la humanidad le parecería un poco raro tener una conversación con alguien que tiene poco más de una hora de edad. Demonios, ni siquiera estabas vivo cuando empecé aquella partida de póquer hace un rato. A tu edad la mayoría de los humanos apenas saben respirar y cagar.
Jared consultó su CerebroAmigo.
--Estoy haciendo una de esas cosas ahora --dijo.
Esto provocó un ruido divertido por parte de Cloud.
--Es la primera vez que oigo a uno de vosotros hacer un chiste.
Jared lo consideró.
--No es un chiste --dijo--. Es verdad que estoy haciendo una de esas cosas ahora mismo.
--Sinceramente, espero que sea respirar.
--Lo es.
--Entonces está bien --dijo Cloud, y volvió a reírse--. Durante un momento, creí haber descubierto a un soldado de las Fuerzas Especiales con sentido del humor.
--Lo siento --dijo Jared.
--No lo sientas, por el amor de Dios --dijo Cloud--. Apenas tienes una hora de edad. Hay gente que vive hasta los cien años sin desarrollar el sentido del humor. Una ex esposa mía se pasó la mayor parte de nuestro matrimonio sin sonreír siquiera. Al menos tú tienes la excusa de que acabas de nacer. Ella no tenía excusa alguna.
Jared reflexionó sobre eso.
--Tal vez no eras gracioso.
--¿Ves? --dijo Cloud--. Ahora estás haciendo chistes. Así que de verdad tienes setenta y un minutos de edad.
--Ahora setenta y tres.
--¿Cómo te va?
--¿Cómo me va qué?
--Esto --dijo Cloud, e hizo un gesto a su alrededor--. La vida. El universo. Todo.
--Es solitario --dijo Jared.
--Ja. No has tardado mucho en darte cuenta.
--¿Por qué crees que los soldados de las Fuerzas Especiales no tienen sentido del humor? --preguntó Jared.
--Bueno, no quiero sugerir que sea imposible. Pero es que nunca lo he visto. Fíjate en tu amiga allá, en la Estación Fénix. La bella miss Curie. Llevo un año intentando hacerla reír. La veo siempre que tengo que transportar a un puñado de vosotros al Campamento Carson. Hasta ahora, no ha habido suerte. Y tal vez sea sólo ella, pero de vez en cuando trato de hacer reír a los soldados de las Fuerzas Especiales que transporto a la superficie o traigo de vuelta. Hasta ahora, nada.
--Quizá sea verdad que no eres gracioso --volvió a sugerir Jared.
--Otra vez sigues con los chistes --dijo Cloud--. No, pensé que podría ser eso. Pero no tengo ningún problema para hacer reír a los soldados corrientes, o al menos a algunos de ellos. Los soldados corrientes no tienen mucho contacto con vosotros los de las Fuerzas Especiales, pero los que sí lo tenemos estamos todos de acuerdo en que no tenéis sentido del humor. Lo único que se nos ocurre se debe a que nacéis ya crecidos, y desarrollar el sentido del humor requiere tiempo y práctica.
--Cuéntame un chiste --dijo Jared.

LAS BRIGADAS FANTASMA, John Scalzi