Pueblo chico, Sierra Grande

Las excursiones por el paraje patagónico Sierra Grande son ásperas y suelen terminar en prostíbulos o minas concesionadas por los chinos, los guías de turismo no abundan y el pueblo parece una maqueta estadounidense para realizar pruebas atómicas. Tierra de tehuelches que casi no están y donde hacer turismo es prácticamente una tarea imposible.

Acá en la Ruta 3, justo cuando el cartel marca el kilómetro 1265, pleno desierto de la Patagonia, los guías de turismo no abundan, pero por unas monedas Loquito Pitín te puede hacer un par de changas, llevarte los bolsos, comprarte puchos y escabio.

La medicina clásica diría que Pitín es idiota y aun así quienes lo conocen dicen que nomás es loco, ningún boludo, el exponente máximo de este cascoteado pueblo que alguna vez fue ciudad, bautizado Sierra Grande, lo que en tehuelche significa Vuta Mahuida.

Que Sierra Grande sea un pueblo condenado y hasta parezca maldito, abrasado por el sol, comido por viento, gobernado por el polvo y desquiciado por el hombre, no es razón para amedrentar a quienes rumbean para el sur en busca de no-turismo, y caen por estas latitudes (41º36”S -65º21”O), adonde la nafta empieza a valer la mitad de precio.

Conocer las maravillas ocultas que hay en las cercanías del pueblo puede ser alucinante, pero no esperes que Loquito Pitín te sirva de guía o te cuente las historias del lugar, que te hable sobre las chicas reducidas a servidumbre ni te advierta sobre los riesgos de ser sodomizado en alguna de las cinco whiskerías que hay sobre la ruta.

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Cerrado por vacaciones

Eso, estoy metido en la pelopincho. si querés, pasá por acá.
Saludetes.

Surtsey: la isla emergente

Frente a las costas de Islandia, cerca de las Islas Westman, en la mañana del 14 de noviembre de 1963, la tripulación de una flota pesquera se encontró con una alarmante visión. Una columna de humo negro provocaba el movimiento de las aguas. Preocupado por si podía ser otro barco en llamas, el capitán ordenó a sus buques que se acercaran al lugar. Una vez allí, sin embargo, no encontraron ningún barco, sino una serie de violentas explosiones que producían mucha ceniza. Muy consciente del peligro potencial del suceso, pero deseosa de verlo, la tripulación mantuvo su barco cerca de la erupción. En realidad, a pesar del riesgo, todos eran conscientes de aquello que estaba ante sus ojos: la formación de una nueva isla.

A109 Surtsey1

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