Exceso de información

La arqueóloga dejó sus instrumentos a un lado, hizo un gesto de fastidio y exclamó -¡Esto es inconcebible!
Su pareja, el geólogo de la expedición sonrió. -¿Que pasa ahora cariño?
-He recorrido muchos planetas, he excavado en un sinnúmero de lugares, he descifrado textos que estuvieron ocultos durante milenios y el problema siempre era el mismo, la falta de información.
-Si, te comprendo. Pero entonces ¿De que te quejas ahora?
-¿Es que no lo ves? ¡Me quejo del exceso de información!
-¿Porque? ¿Acaso eso no te facilita el trabajo?
-No, maldición. Tengo un cúmulo de datos, textos, filmaciones, imágenes, etc. ¡Y son contradictorios! Nunca en todos mis años de arqueóloga había visto nada parecido.
-Bueno, bueno, relájate. Cuentame desde el principio. Tal vez mi punto de vista no estructurado por la pomposa Academia de Historia te sea de ayuda... -agregó en tono burlón.
-Riete si quieres. Está bien, te contaré. La información que he recabado proviene de aquella construcción que ves allá y de la encontrada en la ciudad junto al río. Por un lado, parece que los habitantes de este planeta vivían en continua discordía, divididos en centenares de facciones que ellos llamaban "países". Su desarrollo cosmonáutico se limitaba a enviar sondas automáticas a otros planetas, algunas excursiones tripuladas a su satélite natural y punto. Jamás alcanzaron la velocidad luz. Un ... conflicto (no se de que otra forma llamarlo) hizo que algunas facciones emplearan artefactos de reacción nuclear contra otras. Y eso no es todo, también usaron virus.
-Oh, vamos. Eso no puede ser verdad. ¿donde viste un conflicto así antes? ¿Que clase de demente haría eso?
-Lo mismo pensé yo. Debe tratarse de ficción.
-Me parece lo más lógico. Además, ¿cientos de facciones en un mismo planeta, una sola raza dividida? No, no es posible.
-Y luego encontré la otra fuente, las filmaciones.
-¿Que viste allí?
-Una civilización en paz, viajando por un sector de la galaxia, unida en una mancomunidad con otras razas inteligentes.
-Bueno, esto tiene otro color, me parece más real.
-La mancomunidad se llamaba Federación y se regía por los mismos principios básicos que nosotros, es decir, el respeto y la buena voluntad.
-Mira cariño. Creo que te has ahogado en un vaso de agua. La primera información debe ser ficcional y la Federación de la que cuentas, la realidad histórica.
Y dicho esto, tomó un martillo con uno de sus tentáculos y continuó trabajando en una muestra de roca.

Ahora entiendo todo...

viene de acá.
Quilmes es una ciudad única, especial. Para que nuestros visitantes de otras zonas planetarias tengan una idea, Quilmes es a Buenos Aires, lo que Oxford a Londres, Filadelfia a Nueva York, Saint Denis a París (bueno, más o menos...).

Quilmes tiene su propio patio trasero, San Francisco Solano. Y hasta tiene su propio Quilmes, Berazategui (como van a chillar unas que yo se).

Ya el origen es distinto. Piensen en los pobres indios kilme, traidos desde el norte, a casi 2.000 kilometros, a pie en 1665. Acostumbrados a un clima seco, obligados a vivir en la humedad rioplatense. Ellos fueron los primeros fantasmas quilmeños. Y de ellos viene el nombre, nada de "próceres" como Avellaneda o Vicente López, o de santos, como San Isidro o San Antonio de Padua.

Y en 1806 desembarcaron los ingleses. El primero que bajó, un rubio de cachetes colorados del cual no se recuerda filiación, se ahogó al tratar de cruzar una laguna. Otro fantasma.

Y no nos olvidemos del pulpero vasco degollado por Mazorca en 1843, los fusilados por la Revolución Fusiladora en 1956, los desaparecidos del Proceso.

Y que decir de los ejemplares salidos de esta bella metrópolis. El ministro Fernandez Aníbal, Nanu, el Pachulo, las Hermanitas Calambre, Mariela Muñoz, el cura Farinello, Arnaldo André y toda una constelación de mujeres y hombres, entre los cuales me incluyo.

Fragmento

Sir Thomas Doughty, ejecutado en la bahía de San Julián, 1578
Le llevaron a la árida playa donde murieron los capitanes de la rebelión; en la orilla donde aún permanecen las horcas que levantó Magallanes, y las gaviotas chillan a las olas que bañan la solitaria extensión.

Drake se situó frente a todos como un león en guardia, con su feroz cabeza erguida: "¿Alguien osa desafiar mi palabra de ley, diciendo que este traidor no debe morir?", dijo. Sus capitanes no se atrevieron a sostenerle la mirada, y nadie dejó la pregunta respondida.

Solomon Kane dio un paso al frente; era un hombre escueto de una sombría herencia: "Bien puede él merecer la muerte, pero vuestro juicio fue una auténtica farsa. Escondisteis vuestro rencor en una parodia en la cual la Justicia no tuvo vigencia. Hubiera sido más noble sacar a bordo vuestra espada limpiamente de su funda, cegado por una enérgica furia, y hundirla en él hasta la empuñadura... antes que cobijaros tras la palabra de una Justicia que Dios confunda".

El infierno estalló por los ojos de Drake. "¡Bellaco puritano!", maldijo. "¡Verdugo, entrégale el hacha a él! ¡Cortará la cabeza de aquel traidor!"

Solomon Kane se cruzó de brazos y, con tono sombrío, dijo: "No soy ningún esclavo para haceros de carnicero".

Solomon Kane - Robert E. Howard

Mala suerte

Bitácora personal.
Siempre he tenido mala suerte. Primero al nacer, el menor de ocho hermanos, con lo cual, la atención recibida era menor a la que hubiese recibido de ser hijo único. Mis siete hermanos, todos varones, eran altos y fornidos; por el contrario, yo soy un alfeñique de 60 kilos y mido escasamente un metro sesenta. Logicamente, me convertí en blanco de sus burlas y destinatario de sus abusos.
Al ingresar al sistema educativo, ya no eran mis hermanos, sino mis condicípulos quienes me sometían a chanzas de todo tipo, algunas muy creativas, debo reconocer. Lo mismo me sucedió en el ciclo secundario y en la escuela técnica superior. Mi vida social era calamitosa y la mayor parte del tiempo lo pasaba estudiando.
Quise ingresar al cuerpo de fusileros de la Armada Sideral, siguiendo la tradición familiar, pero fuí rechazado de plano, ya que mi esmirriado físico no cumplía con los estándares. El escarnio familiar llegó a niveles inusitados.
Al año siguiente, estalló la guerra con los Calandracas. A pesar de mi lastimoso estado corporal, fuí reclutado, debido a mis conocimientos técnicos en comunicaciones. Y así me hallé surcando el espacio a bordo del AST "Imponente".
En el "Imponente", mi superior fue el Sargento Hoodlum, un matón de cuello de buey, casí dos metros de estatura y escasa inteligencia. El Sargento Hoodlum parecía tener como único objetivo hacerme la vida imposible. La mala suerte no dejaba de perseguirme.
Pero lo peor aún no había llegado.
Hacé escasamente dos horas, estando orbitando un planeta inexplorado, el "Imponente" se vió rodeado de naves enemigas y seriamente atacado. Se ordenó la evacuación de la moribunda cosmonave. Todos corrimos hacia las cápsulas de escape. Cuando voy a ingresar a la que tenía asignada, una mano enorme me tomó del hombro y me arrojó al piso: el Sargento Hoodlum usurpó mi lugar. Las cápsulas se lanzaron, a excepción de una que estaba en reparación. Solo en la nave, me coloqué como pude un traje y me encerré en la cápsula inservible. ¡Maldito Sargento Hoodlum!
Las explosiones se sucedían a bordo del desierto "Imponente", cuando pude ver a través de un ojo de buey como los Calandracas dedicaban ahora su atención a las cápsulas de escape. Los masacraron a todos y se fueron.
Los restos de la cosmonave (conmigo dentro) se han estado precipitando en una órbita espiral descendente. Mi muerte es segura. Mi mala suerte finalmente me ha acabado.
Fin de bitácora.

La fricción atmosférica y el daño estructural hicieron que la cápsula en la que me hallo se suelte. De alguna forma consigo maniobrar para no incinerarme, pero mi alegría dura poco: mi rumbo de colisión me lleva directamente a lo que parece ser un mar. Sin duda moriré en el impacto o me hundiré hasta el fondo.

La cápsula flota. Sigo amarrado al sillón. La luz que entra por el ojo de buey me enceguese. Pierdo y recupero la conciencia.
Siento varios "clangs" y "plincs", algo golpea el casco externo.
A través de la bruma mental creo distinguir sombras afuera.
De alguna forma, consigo desabrocharme el cinturón y abrir la escotilla.
Manos que me palpan y brazos que me alzan.
Sueño con mujeres de largas cabelleras caoba.
Me depositan en el piso y veo velas ¿Estoy en un velero? Antes de volver a desmayarme pienso en las torturas que me infligirán mis captores y en mi mala suerte...

Bitácora personal (continuación)
Ya pasó un año desde mi caida en este mundo. He aprendido su lengua lo suficiente como para entender sus relatos.
Se llaman a si mismas d'jiidinas o algo que suena así. Odian a los Calandracas, quienes esparcieron una enfermedad que asesinó a todos los hombres de la tribu.
No estaba soñando. Son hermosas y tienen largas cabelleras caoba. Me cuidan, me miman y se turnan para hacerme el amor. Creo que mi mala suerte llegó a su fin.
Fin de bitácora.

Del otro lado

¿Como describir lo que siente una pelusa al ser atrapada por una aspiradora?
Así me sentí cuando el hoyo negro me atrapó.
Estaba en órbita, solo en mi pequeña cápsula. Una misión rutinaria, mi objetivo era probar instrumental y equipo. Mi país estaba dando sus primeros pasos en el cosmos.

Sin aviso previo, una fuerza comenzó a jalar de la cápsula. Lo único que distinguí fue una distorsión sobre el fondo de las estrellas. Fue todo muy rápido y apenas si tuve tiempo de preocuparme.

Nunca tomé drogas alucinógenas, pero una vez dentro del hoyo todo se deformó y los colores cambiaron, supongo que eso debió sentir un adicto.

Y luego salí, del otro lado. ¿Estoy cerca o a millones de parsecs? Da lo mismo, nadie vendrá por mí.
Ya pasó una hora y puedo confirmar que el envión me empujó en dirección a un planeta ¿Será el mío? Por las dudas, me aferró al comunicador, pero nadie me contesta.

Dos horas desde mi salida del hoyo. Entro en una órbita decreciente.
Doy gracias por el entrenamiento recibido. Siendo inevitable mi descenso, logro maniobrar para evitar caer en un mar. Me poso en un valle. Ni siquiera me preocupo en comprobar si la atmósfera es respirable o la temperatura aceptable ¿para que? Morir asfixiado en la cápsula o afuera me da igual.

De detrás de unas rocas se me acerca un ser, armado con una lanza corta. Es evidente que no estoy en mi planeta.
Le dirijo un breve saludo. El ser me contesta y repite una palabra, tocándose el pecho, debe ser su nombre, algo así como "Gilgamesh".

Las cosas ya no son como antes

Hoy, 7 de agosto de 2040 cumplo 80 años. Las cosas ya no son como antes. Ni aún los juegos infantiles...

Escarabajo hitleriano

Hace 60 años un pequeño y todavía innominado coleóptero de color marrón se paseaba libre y acaso feliz por las estepas de Eslovenia.
Pero la aguzada mirada del investigador alemán Oscar Scheibel dio con el pequeño y hasta entonces desconocido escarabajo. Scheibel no era sólo un científico, sino también -corría el año 1933- un ferviente admirador de Hitler. Y para honrar a su Führer, le dio su nombre latinizado, como corresponde a la nomenclatura oficial: Anophthalmus hitleri.
Pero no sólo Hitler o Bush recibieron el curioso honor; también su ministro de Defensa Donald Rumsfeld (Agathidium rumsfeldi) y su vicepresidente Dick Cheney (Agathidium cheneyi) tendrán su nombre ligado para siempre a los escarabajos.
Pero el campeón a la hora de recibir ese honor parece ser el músico estadounidense Frank Zappa: una medusa, una araña, un fósil gasterópodo, un pez y hasta dos asteroides (3834 Zappafrank y 16745 Zappa) llevan su nombre.
Nota completa.

CLÁSICOS DE LA CIENCIA-FICCIÓN

James Wallace Harris y Anthony Bernardo analizaron numerosas obras de referencia, estudios y trabajos de aficionados para determinar cuáles son las obras de ciencia-ficción más citadas. Así prepararon un ranking de lo que consideran los ‘clásicos de la ciencia-ficción’. A algunos los he leído, a otros no.

Vicio salvador

Desde que los "rectos" se habían adueñado del poder, hacía ya 5 años, la vida se militarizó, aún para nosotros, los civiles. La desconfianza era la primera norma a aplicar. Así, en la UGE (Unidad Generadora de Energía) a la cual estaba asignado Elre, era común ver gente de seguridad (llamados "perros") rondando, facilmente reconocibles por sus anteojos oscuros, sus bigotes y un sospechoso bulto bajo el saco. Xenófobos y ultranacionalistas, las relaciones con nuestros vecinos no eran las mejores.

Algunas de las principales medidas implementadas fueron la prohibición total de fumar, beber alcohol en público, la reunión de grandes grupos de personas (a menos que fuese en una ceremonia oficial). Incluso se debía solicitar permiso para tener un hijo. Elre no pensaba en procrear ni le gustaban los aglomeramientos, así que solo le preocupaban las dos primeras. Pero se las arreglaba para conseguir cigarrillos de contrabando o algún licor casero a través del Rata, un individuo diminuto, casi enano. Precisamente hoy debía reunirse con él, entre el parque y el estacionamiento subterráneo.

Hacía allí se dirigió. Estaban en mitad de su "transacción" cuando escucharon un estentóreo "¡Ustedes, quietos ahí!" Un "perro" se les aproximaba desde el edificio principal.

El Rata, de reflejos rápidos, se dió media vuelta y corrió hacia el parque. Pero Elre no se movió. Algo en cielo había llamado su atención. Tres objetos llameantes descendían vertiginosamente.

Haciendo caso omiso a los gritos del tipo de seguridad, se metió en el estacionamiento subterráneo.
Y en ese momento la tierra se sacudió de tal forma, que fue arrojado al piso. Las luces del estacionamiento titilaron, se apagaron y las luces de emergencia se encendieron. Dos nuevas explosiones provocaron caida de mampostería.

Cuando recupero la conciencia, su reloj le indicó que habían pasado 25 minutos. Tosió y estornudo, estaba cubierto de polvo.

Se arrastró a tientas (las luces de emergencia ya no funcionaban) hasta la salida, parcialmente bloqueada por escombros. Elre se despellejó las manos removiendo cascotes, hasta que la abertura le permitió salir a la superficie.

Comenzaba a oscurecer, pero la llamas de múltiples incendios iluminaba fantasmalmente la dantesca escena.
De la UGE no quedaban más que los cimientos. Miró hacia el oeste y calculó que la ciudad estaba también en ruinas. Caminó hacia ella, tropezando en los escombros.

Encontró el cadaver del "perro" que lo había descubierto.
Obedeciendo a un ciego impulso, revisó entre las ropas del muerto hasta hallar el arma reglamentaria.
Seguramente le sería de utilidad.

Moon city dentro de 40 años

El primer paso es establecer una base lunar para los astronautas en 2020.
«Voy a vivir una temporada a mi casa del pueblo, en la Luna». Esta frase que hoy en día es más propia de la ciencia ficción que de la realidad podrá pronunciarse dentro de 40 años. O lo que es lo mismo, nuestros nietos podrán viajar a la luna, quedarse allí unos días y establecerse en uno de los pequeños pueblos o ciudades que se podrán construir.
Así lo han explicado fuentes de la organización del Congreso Internacional de Astronáutica celebrada esta semana en Valencia. Por el momento, el primer paso está cada vez más cerca ya que en el año 2020, aproximadamente, los astronautas podrán vivir en la luna durante ocho meses debido al pronto establecimiento de una base lunar. Hasta ahora, el tiempo máximo que pueden permanecer allí es de dos semanas.

Misión de rescate

5 de Octubre
Camino descalzo por la orilla del río. Me gusta sentir la arena en mis pies.
Luego me tiro en la hierba que crece en orilla, verde y brillante, a disfrutar del cálido sol de octubre en mi piel. ¡Quién sabe cuando podré volver a sentirlo!
Ayer me confirmaron que partimos en tres días, un mes y medio antes de lo planeado.
La expedición científica se transformó en misión de rescate.
Un valiente grupo de hombres está atrapado, allá lejos, en esa tierra inhóspita. No conocemos a ninguno de ellos, pero nos sentimos hermanados en el espíritu explorador.
Gualterio y los otros maquinistas hace tres días que solo duermen cuando el agotamiento los obliga.
Si tenemos suerte, me dicen que llegaremos el diez u once de noviembre.
Los preparativos para la partida están casi listos.
¡Hace tanto que no tenemos noticias! Pero interiormente,siento que están vivos.

José Gorrochategui,
cirujano de segunda
Corbeta Uruguay

Jack

El rubio Jack Johnson se acurrucó en el portal de una casa. Hasta él llegaban los ecos de la batalla. Gritos, lamentaciones, disparos, explosiones.
"¿Que estoy haciendo acá, tan lejos de casa?" se preguntó. Y recordó.
Se había enamorado de la dulce Mary. De su pelo, de su piel, de su perfume. Tuvieron un par de encuentros furtivos en el límite entre ambas granjas, donde se amaron con la pasión que solo se puede tener a los 17 años y se prometieron amor eterno.
Sin embargo, un día su padre, viudo desde hacía algún tiempo, le anunció que se casaría con ella en unos meses.
Mary se instaló en la habitación paterna. De noche Jack podía escuchar los gemidos, risas y jadeos a través de la delgada pared. La dulce Mary se había convertido en la desdeñosa e impúdica Mary.
Por la esquina pasan hombres corriendo. Desde el portal, Jack no alcanza a ver si son enemigos o de los suyos. Se acurruca aún más.
La furia fue creciendo dentro de Jack y una noche de verano, luego de una especialmente ruidosa noche de lujuria, entró al cuarto de su padre. Ambos estaban dormidos y desnudos, una pierna de ella sobre el voluminoso vientre de él. Pensó en su madre, pidió perdón a Dios y los acuchilló. Primero a su padre, quién no alcanzó a despertar, seguramente alcoholizado. Mary abrió los ojos y lo miró cuando hundió el puñal entre sus senos y la sangre, roja como el vino, se deslizó por su vientre.
Soltó a los animales, prendió fuego a la granja y huyó.
Se enroló en el ejercito con un nombre falso. Casi de inmediato lo subieron a un barco. El viaje fue una pesadilla, Jack no paraba de vomitar. ¡Él era un granjero, no un marino!
Las tropas desembarcaron y avanzaron sobre la ciudad, a la que creían indefensa. Pero los nativos se defendían casa por casa. Pronto Jack se encontró separado de sus compañeros y se escondió en el portal de una casa.
Comenzó a llover en una fría mañana porteña de julio de 1807.